Lo siento. Te he esperado demasiado tiempo.
Siempre fuiste mi ídolo. Siempre te admiré. Siempre desee tu vida. De niña, por las noches solía imaginar que venías a buscarme y me llevabas a Nunca Jamás.
Nunca viniste a buscarme. Siempre confié en ti, y tú, sin embargo, dejaste que mis mayores temores se hicieran realidad: permitiste que me hiciera mayor, permitiste que creciera…¿cómo pudiste consentirlo?
Ya no hay vuelta atrás. Y, sin embargo, no te guardo rencor.
Ya es demasiado tarde… Comprende que tenga otros sueños, ilusiones… Comprende que nunca se harán realidad si sigo esperándote…
Adiós Peter Pan, jamás te olvidaré.
Por fin he comprendido que sólo el miedo al sufrimiento me impedía dejar de esperarte cada noche y vivir. Por fin sé quién representa todo lo que yo idolatro: Aladdin. Una vida de austeridad, un alma que no ansía más riqueza que la de su propia alma, un soñador que recorre el mundo con su alfombra voladora.
Tenías razón Aladdin: “El mundo es un lugar para soñar”
(Y que no se le ocurra a nadie venir con el cuento de que si Aladdin es un impostor, que si al final se hace rico, bla bla bla… eh Sali?? Sé lo que estás pensando… pero los auténticos fans de Aladdin conocemos su verdadera naturaleza! Asúmelo de una vez, Mulan no me gusta!)